La ciencia confirma el poder de la música

Hoy, en el Día Internacional o Fiesta de la Música,
millones de artistas celebran con cuerdas, vientos, teclas y percusión al arte
que les transforma la vida.
No es para menos: la ciencia ha demostrado con
creces que recibir constantes dosis de música tiene efectos positivos en la
vida de las personas.
Universidades estadounidenses comprobaron hace poco
que escuchar música religiosa o gospel mejora la autoestima y la satisfacción
de vida de los adultos mayores creyentes, al tiempo que reduce su preocupación
en torno a la muerte.
Tener más música en los hospitales podría favorecer
la pronta recuperación de los pacientes.
Los musicoterapeutas ticos José Pablo Valverde y
Max Terán han sido testigos de cómo niños con problemas de habla, muchachos en
riesgo social y personas con depresión logran, al ritmo de guitarras, tambores
y teclados, mejorar su condición.
Según Valverde, el proceso de musicoterapia tiene
el poder de dar a los pacientes una manera de expresarse, con lo que arroja
pistas sobre la manera idónea de intervenir en la situación de forma integral.
“Para nosotros, la música es un medio, no un fin.
No interesa si la persona canta afinada, si sabe o no tocar un instrumento.
Simplemente, es un medio para intervenir y solucionar ese motivo de consulta”,
explica Valverde.
Mejor desarrollo. Las mismas zonas cerebrales
procesan tanto el lenguaje como la música, según halló la Universidad de
Georgetown. Por su parte, la Universidad Northwestern encontró que aprender
música mejora las habilidades verbales aun más que el estudio de la fonética.
Muchos abogan por la enseñanza de la música desde
edades tempranas para estimular la mente y mejorar el rendimiento académico.
La pianista y compositora costarricense Pilar
Aguilar, por ejemplo, asegura que sus buenos estudiantes de piano suelen ser
excepcionales en la escuela y el colegio.
Una investigación de la Universidad Estatal de Ohio
respalda este hecho, pues determinó que la educación musical mejora la lectura
y las destrezas matemáticas en los adolescentes.
Según Aguilar, además del ejercicio cerebral que
implica tocar un instrumento, la práctica diaria y constante desarrolla la
autodisciplina en el niño, y aprender música clásica en particular le facilita
la apreciación de cosas complejas.
Inclusive, recibir de uno a cinco años de educación
musical en la niñez favorece las funciones auditivas, que son vitales en la
comunicación.
“Al ser algo metodológico, que requiere disciplina,
entrega y dedicación, tiene un efecto en cualquier otra profesión que uno
ejerza”, sostiene Guillermo Madriz, director general del Centro Nacional de la
Música (CNM).
Universal. La música es verdaderamente un lenguaje
universal y sin fronteras, como lo confirmó un estudio realizado en el 2009.
Está presente en todas las culturas y puede
transmitir emociones hasta entre quienes no hablan el mismo idioma.
Pieter Schlosser, compositor costarricense de
música para cine, televisión y videojuegos, subraya el indiscutible poder de la
música como medio para unir a las personas.
“Uno puede tocar con alguien de China, Bangladesh,
Escazú, Santa Ana… La música no se pelea con nadie”, asevera.
Dice Schlosser, quien es también saxofonista, que
él no concibe su vida sin la música, e insta a las personas a escuchar géneros
variados y a disfrutarlos sin prejuicios, “desde reguetón hasta (Gustav)
Mahler, o Pitbull, o lo que sea”.
http://www.nacion.com/vivir/bienestar/ciencia-confirma-poder-musica_0_1422057803.html